Es
la hora de la siesta, pero Manu no duerme. Limpia. Su hermana Leonor ingresa
con aparentes buenas noticias: su madre ya no grita. Todo está en silencio. Es
invierno, pero hace calor. Todos los calefactores están encendidos. Afuera, una
feroz gripe contagiada solo por hombres. Adentro, el miedo y la resistencia.
Leonor, mujer obesa de bien, busca desesperadamente ocultar los rasgos
masculinos de su hermano para evitar su inminente contagio. Él tímidamente
opone resistencia. En esta lucha de fuerzas la masculinidad descalificada se
convierte también en el anhelo más profundo. Todos quieren ser hombres, todos
quieren eso. Lo que se dice ya no es lo que se hace. Desmentidas, deseos
reprimidos y un intento desesperado por sobrevivir a un mecanismo perverso. Todo
se vuelve difuso. El espacio late. Los vínculos se disuelven. Solo queda la
comida, el deber ser y los secretos. ¿Qué pasa cuando los disfraces ya no
alcanzan? Mucha ropa tirada en el piso.
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